Por: Zamira Castillo, Elsa Patricia Cárdenas, Angela Panesso, Diana Muñoz
La Declaración Universal de los Derechos Humanos surgida en 1948 en la Asamblea General de las Naciones Unidas y suscrita por los países miembros, insta a las naciones a la aplicación de dicha Carta en aras del reconocimiento de la dignidad humana, del respeto a la vida y la igualdad de derechos, así como la libertad del individuo. Para el cumplimiento de estos derechos se requiere la participación del Estado como garante, es así, como el titular de los Derechos Humanos es el individuo y el obligado a cumplirlos y velar por su cumplimiento es el Estado.
Los Derechos Humanos se erigen sobre el supuesto de que todo ser humano es igual, libre y tiene los mismos derechos, en cualquier parte del mundo que se encuentre y en la cultura a la que pertenezca. Por tanto, son las facultades y prerrogativas que tiene todo ser humano por el simple hecho de serlo.
La Convivencia se considera la base de la construcción social implica, individuos e interacción entre ellos, en un máximo respeto a la individualidad enmarcada en la base de valores, principios y convicciones que los estructura e identifica como grupo, los reconoce como estructura social y los identifica ante las demás estructuras existentes. Surge entonces la pregunta de la Universalidad de los Derechos Humanos, a este tópico se han referido numerosos autores, unos a favor, otros en contra, y otros adoptando posturas intermedias.
Aceptar la pluriculturalidad es aceptar las estructuras sociales y el cúmulo de valores y la moral que los sustenta. Es pretencioso pensar que cada cultura se erige sobre los mismos principios éticos y morales. Es más propicio pensar que se respetan valores como la vida, dignidad y libertad enmarcados dentro de lo que le es propio a cada cultura. La interpretación del individuo y del grupo será bajo sus líneas de lo que es correcto o no en la estructura social que conforman y en la que se reconocen.
La Universalidad de los Derechos Humanos radica en la adaptación de estos valores en la estructura social que los aplique. Vemos así, culturas donde no se reconoce esta declaración como normativa, pero con una clara definición de valores y principios que consagran el respeto a la vida, logrando así patrones de convivencia fuertes. Mientras que existen, sociedades que reconocen la declaración, pero no han logrado el arraigo y respeto pleno por los Derechos Humanos. Se demuestra entonces, la necesidad de la educación en Derechos Humanos para transmitir los valores, que sustenten y garanticen la Convivencia, como principios universales para todas las sociedades.
Colombia es un país de diversidad cultural, la Constitución reconoce tanto los Derechos Humanos como el derecho a la diferencia. Pasando una mirada por nuestra realidad de país no podemos ser ajenos a los fenómenos de: pobreza, analfabetismo, desempleo, subempleo, desplazamiento, violencia, secuestro, terrorismo, falsos positivos, desaparición forzosa, insurgencia, inseguridad, masacres, sicariato, narcotráfico, extorción, violencia de género, discriminación racial, violencia sexual y exclusión social, como ejemplos, además de la persecución a líderes y organizaciones sociales defensoras de los Derechos Humanos. Cabe pensar ¿Qué hace el Estado por el cumplimiento de estos Derechos?
Si bien se propende por el derecho a la igualdad, dentro de nuestra pluriculturalidad, se está faltando al principal derecho: la vida digna. De allí los cuestionamientos internacionales, fundados, sobre las violaciones a los Derechos Humanos o al Derecho Internacional Humanitario, como consecuencia del conflicto interno al que estamos sometidos desde hace ya varias décadas; al que el Estado no ha sido capaz de responder, generando una situación de impunidad y favoreciendo la reproducción de factores que generan violencia, injusticia y desigualdad social.
En este sentido, estamos siendo testigos de diversas situaciones; el crecimiento de antivalores por el debilitamiento de la moral que rige la sociedad, el acostumbramiento a fenómenos como el secuestro o la violencia, las intervenciones fallidas del Estado por recuperar la credibilidad, la manipulación de la opinión pública por los medios, la desigualdad social manifestada en la incapacidad del Estado por garantizar las condiciones mínimas para una vida digna, entre otras.
Todas son condiciones que afectan la convivencia, como ya se dijo, base del constructo social. Poco vale la pluriculturalidad y su reconocimiento en nuestra Constitución mientras el derecho básico a la vida, libertad y dignidad humanas no sea respetado y mientras el Estado responsable parezca sumiso e incapaz de alterar esta situación para bien de sus ciudadanos.
En conclusión, los Derechos Humanos son importantes para que los ciudadanos sustenten la Convivencia en valores derivados de sus principios morales y éticos, y propendan por el respeto y cumplimiento de sus derechos en dos direcciones: desde cada individuo conformante de la sociedad y desde la exigencia al Estado por el respeto y garantías en el cumplimiento de los mismos.
Por tanto, siendo los Derechos Humanos principios y normas ideales que los seres humanos han construido en la historia para el respeto, la igualdad, la libertad y la dignidad humana, cumplen un papel importante como referente para todos los ciudadanos y Naciones en el logro de la Convivencia y la edificación de Sociedad y Cultura a través de todas sus expresiones.
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